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domingo, 16 de agosto de 2015

El despertar en la Guerra de los Balcanes



Nací   en la fría noche de la Capital de Sarajevo el 17 de marzo de 1983.  Cuarenta y dos años después de que  Yugoslavia fuera ocupada por los Nazis y Croacia logrará su independencia.Salí de la panza de mi madre como cualquier ser humano. Hechada ella en la cama se encontraba bañada en lágrimas de felicidad al momento de mi nacimiento, cogióme con sus dos brazos,  y me dio un abrazo sobrenatural, lleno de amor y ternura, que  parecía trasladarse por todo el interior de mi cuerpo. Sus labios rojizos  chocaron con mi pequeña, suave y blanca mejilla. Me dio un beso que me hizo temblar,   cerrar mis ojos y suspirar en sus brazos con suma pasión y ternura. Ella me miró fijamente con sus ojos marrones y brillosos y me dijo:
-Eres hermoso, te llamarás Aleksandar.
Tan pequeño era yo que hasta una  hormiga  pudiese cargárme. Debí esperar para crecer, y a los 6 años ya era un hombrecito, rubio y delgado, de test blanca. Fue a partir de allí que mi pequeña  inocencia no sabia ni tampoco iba a permitirme dar cuenta de  lo que a futuros me encontraría.
Una mañana iba caminando por la calle Zvornicka.El aspero y desnivelado suelo se encontraba repleto de polvo.  Me dirigía para jugar fútbol con mis amigos en la  vieja canchita del barrio. El radiante sol bailaba con las  coloridas flores  y árboles robustos que enjaezaban el recorrido.  Un bosquejo de hojas  verdosas que brillaban por el sol  parecía crear un tunel unificando sus  cargardas copas   de los árboles por los costados del camino. Las flores desparramadas por todo el  verde y natural lugar producían un hermoso aroma que me dejaba perplejo y  por poco me adormecía. Llegué y jugué con mis amigos. Allí, pequeña llovisna caía y levantaba la negra tierra de la cancha, asentandola  pero provocando que  se exparciera  por mis delgados tobillos hasta ensuciarlos. También mojaba el  arrugado cuero de la vieja pelota que se ubicaba en el medio de la cancha esperando en soledad un niño que la pateara.
La lluvia paró, y el juego comenzó. Cuando quisimos acordar, miramos el cielo y la noche se apoderó de la majestuosa tarde. El despernante frío  comenzó a llegar a mi piel erizandola por completo hasta resquebrajearla. Fue así que me despedí de mis amigos y marché por el mismo camino a mi casa.  
Cansado, soñolento y con los tobillos bañados de tierra negra de tanto jugar, me acosté.
Caí en un sueño profundo que se apoderó de mi, un sueño horripilante del cual estaba intentando escapar, como un gato dentro de una pileta con agua. En ese sueño, el cielo se teñía de rojo.  Las flores se marchitaban y se desvanecían como las vidas de las personas.
 Lo primero que  olfateé en  el aire fue un aroma repulsivo a la pólvora y lo primero que escuche,fue un sollozo  horripilante que  el aire reproducía como una grabadora descompuesta.
La sangre de más de 150.000 mil personas inocentes goteaba como la lluvia sobre la tierra. Sangre de niños, de madres, padres y muchos seres que se desangraban  hasta quedar, por completo, pálidos como una hoja de papel . La misma sangre  se impregnaba sobre la tierra polvosa y destruída tiñendolá por completo de rojo.Hasta las raíces de la flores que escaseaban y que   iban secándose poco a poco debido a que extrañaban el amor y cariño que alguna vez les dio  una naturaleza llena de paz, pero que luego se convirtió en un escenario de terror.
La sangre, había dejado de fluír por las venas de los ciudadanos para pasar lentamente por todo el territorio minado  de pedazos de rocas,pertenecientes a   las casas detonadas que  aún se mantenían de pié como un junco en el arroyo. También lo hacían  las almas que habían quedado allí encarceladas por la tortura,  angustia y suplicio, lo que  generó sus  llantos desgarradores y penosos.
Un escenario devastado por la masacre   que arrasó la Guerra de los Balcanes. La misma asotó a la antigua Yugoslavia culpa del maldito enfrentamiento bélico.  De esa desdichada política que todos querían gobernar, causante  de discordia y tomada de la mano junto a la economía y religión.
Quería salir de ese escenario del terror, pero no podía, trastabillaba en el intento. Mi cuello sobre la almohada se levantaba levemente atravezando un parálisis de sueño. Era totalmente conciente,  intentaba abrir los ojos o hablar, movía los dedos,pero no podía más que eso. De pronto me desperté invadido de desesperación y miedo. Puse mi mano derecha en mi  corazón y latía intensamente, estaba temblando de miedo, parecía que había visto un fantasma, pero no fue así. Me quede sentado en la cama sin destapar mis piés, pero luego opté por levantarme.  Sentía que algo cambió,  tenía el presentimiento que afuera estaba pasando algo, no me pregunten qué, porque hasta el momento no lo sabía. Mi mamá se metió a la pieza sollozando y me dio un abrazo profundo.
-Madre, ¿qué te sucede? - le dije completamente sorprendido-
-¿No escuchaste hijo querido?  Una bomba acaba de detonar a 20 cuadras de nuestro hogar -dijo con una voz entrecortada-
Asustado y temblando. Cogí el picaporte de la puerta, salí afuera y la atrocidad azotaba toda nuestra ciudad. Las casas de los alrededores,   estaban todas destruídas e incendiadas por un fuego  amarillo que las consumía lentamente. Producía un humo negro  que se entremezclaba con el polvo de los  ladrillos   y  se disipaban  por el ambiente introduciendosé a mis vías respiratorias haciendo que me ahogase y tosiera.  Cuando incliné mi mirada hacia la derecha, allí a 7 cuadras de mi casa, se veían bultos negros  de gran tamaño que se encontraban desparramados por la calle. No alcanzaba a ver bien. Mi vista se nublaba debido al tufo que emanaba el fuego de las casas. Decidí acercarme  lentamente para observar  de qué se trataba. Mientras me dirigía hacia el lugar, mis rodillas temblaban de miedo, tan así que realentizaban mi marcha y aumentaban mis nervios.  Un olor nauceabungo comenzó a emanar  y apoderarce  de  la atmósfera. Cuando me acerqué  y logré ver lo que allí se encontraba, coloqué mis dos manos rápida y automaticamente  sobre mi estómagó, agaché mi cabezá y comencé a vomitar. Una horripilante sensación se apoderaba de mi cuerpo, un terror del cual nunca había sido victima. Mis retinas  atestiguaban un escenario horripilante. Los cuerpos de muchos personas se encontraban totalmente tirados sobre

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