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domingo, 3 de abril de 2016

Las lágrimas de la sociedad







Luego de haber llegado a la oficina de mi casa, tipo 7:30, y de trabajar como san puta ocho  horas seguidas sentado sobre la incomoda silla del diario de la vuelta a cambio de diez pesos semanales, he decidido tomar  un breve descanso en el cuchitril de mala muerte al cual denomino como hogar.
Al llegar, he apercibido a través de la ventana,sumido en un  soñolento pozo con los codos apoyado sobre el lúgubre escritorio repleto de hojas en blanco,   una paloma gris que bajo la lluvia yace en una vieja y oxidada antena de cable, ,  como también  la carta de un  extraño que ha llegado por el buzón de mi puerta hasta caer sobre el suelo.
Cuando observé por primera vez  aquella sucia y embarrada carta,  me di cuenta que el heraldo que la trajo hasta las puertas de mi oficina, sufrió bastante para llegar a destino. Debió recorrer en bicicleta largos y largos trechos bajo agua y barro, y con tanta vehemencia la sostuvo sobre el manubrio  para que no caiga al suelo, tanto que la estrujó completamente dejándola como los mapas que entierran los piratas  de los dibujos animados y las mismas películas.  No lo culpo a este pobre muchacho o muchacha, vaya a saber quién haya sido, solo lo entiendo, para pagarse un remis o taxi debería arrancar uno de sus órganos y donarlo a cambio de dinero.
Y así llegó a mi habitáculo, sucia, arrugada y más húmeda que una pared de madera.  "Para Mariano Helling", decía  con lápiz negro su embarrado borde.
La cogí con brillante asombro, más claro era aquel asombro que la luz de la pequeña lámpara de la mesa que estrellaba  amarillenta  sobre  mi arrugado rostro.
Al abrir el sobre pude socavar en una arcaica hoja escolar, de esas que yacen pulcras en el interior de los cuadernos  telas de araña que los pequeños utilizan para iniciar su primer año en las escuelas publicas de los arrabales. Aquellas instituciones  en donde son pocos los niños que asisten a clase. Es que verá,  el planeta parece haber sido desintegrado por los grandes agujeros negros que emergen en la galaxia. En fin, con esto quiero decirle que  el mundo y la sociedad se nos ha ido al carajo.
Y voy a contar porqué; es que cuando decido salir del maldito cuchitril  hogareño  y  de la caja presidiaria que han creado los corruptos políticos y me ha exiliado en la oscuridad para no ver nada de lo que ocurre afuera, me encuentro con grandes atrocidades . Es así que no obstante de caminar por la asfáltica calle caliente de brea, he llegado hasta el final y encontrado una tierrosa calle de piedra que me dirige a un viejo barrio,  mismo por el cual transcurro todos los días al volver  caminando de mi trabajo. Allí he atestiguado con catadura perpleja, la presencia de  niños y adolecentes que ya no prefieren escuchar sentados sobre los pupitres de las escuelas los sabios consejos de los profesores, y lo que es peor  aún, han dejado de lado la divertida infancia con los amigos que nace en cada corazón de los  potreros.  Al transcurrir por los barrios ya no veo a ningún pequeño pateando la pelota, o sentado leyendo alguna historieta de Patorusito, La Pantera Rosa, o la fantabulosa Tiki-Tiki de Olé. No veo a ningún niño sobre la ventana tomando el mate cocido y mirando Dibu,  Ed Edd y Edy, o Coraje el Perro Cobarde con su papá o mamá.
Ahora, aquellos inocentes niños que serían el futuro de nuestras generaciones, se encuentran embebidos y emborrachados hasta los pelos con un alcohol de altos grados, con un paquete de cigarro en sus manos, y emanando un asqueroso  hediondo tufo que ni los pájaros se aguantan. Deciden peregrinar rápidamente a otro árbol porque el humo que estos pendejos emanan por sus narices y boca llega hasta las copas de los arboles. Ya no tienen horarios de vagancia. Caminas a altas horas de la noche y te cruzas en la oscuridad a enormes grupetes de pebetes entre 10 y 12 años que van rumbo al boliche haciendo quilombos  por la calle con un  enorme extraño vaso de plástico . Es más, me niego a apodar aquel extraño contenedor transparente con el nombre de vaso, es que no se le asemeja demasiado,  mirándolo bien es una de las aberraciones más grandes que el ser humano haya creado sobre la tierra, con un extraño líquido negro que mientras a ellos les hace parecer grandes, el de afuera los ve como insulsos y retrogrados.
Veo a niñas de 12 años embarazadas de niñitos, otras ya llevan sus cochecitos y sus bebés. ¡Y  pesar que a esa edad yo estaba jugando a la pelota y leyendo historietas,  tomando yogurt y dibujando o mirando dibujitos! ¡Cómo cambió la sociedad, eh! Todavía suelo hacer algunas cosas.
Y continúo caminando por la desnivelada calle, y encuentro sacrilegios peores, veo a un
 pequeño  niño que desnutrido yace sentado a   un costado de la   castigada calle de tierra, que  hizo que  con su triste y desolada mirada me perdiera en un camino oscuro y mefistofélico.  Quedó solo, su hermanito murió de hambre, y sus padres no tienen trabajo, juntan basura allí en la esquina, sí son aquellos  que se ven obligados en ciertas ocasiones en vender cartones y botellas.
Los   ojos del niño piden a gritos un pedazo de pan, y un vaso de leche, nada más que ello, algo con lo cual poder llenar su reseco estomago, porque la  comida que alguna vez vagó en sus sueños, los malditos políticos se la arrancaron hasta convertirla en dinero y beberla.
Está cansado de caminar descalzo sobre los pedazos de vidrios en punta que en la calle se encuentran enterrados, que lastiman sus castigados  talones  como las mentiras del los asesinos de traje.Hastiado se encuentra de ser obligado a acercarse al movil de la esquina tipo 22:00 con un hambre inconmensurable y de acercarse para darle la bolsa a los oficiales. Pues desdichadamente, este niño, lo unico que recibe es una bofetada. ¡Tomatelá pendejo!, le dice con cara de hijo de puta.
 Los ojos vidriosos en lágrimas del niño  hicieron que mi alma quede encerrada en una cárcel de hastío indescriptible, holocausto imaginario que los políticos han creado con sus palabras.  Esos empresarios que se suben a un trono de oro y comienzan a parafrasear de que la pobreza se extinguirá junto con el hambre, solo mienten. Solo asesinan con sus palabras y mentiras. Hablan y se la pasan viajando en aviones privados,  mientras se compran ropa nueva de millones  de pesos, y relojes de oro, y cuelgan joyas radiantes sobre el cuello de sus mujeres,cenando,  y realizando conferencias, el tiempo pasa, y las muertes por hambre, asesinatos de policías a niños perdidos  en la sociedad y frío medran aún más, porque nunca se olviden que el sueldo de los políticos podría alimentar a una población.
Ya nadie piensa en nada, en los niños, en la educación, en ayudar al otro. A veces me quejo, por lo que  como, por lo poco que gano en el diario. Pero me olvido de que hay niños que en realidad la pasan mal, y yo me siento una mierda.
El poder de raciocinio ha subsumido la humildad en el ser humano,   a él solo le interesa  hablar de los demás y despojarlo de su lugar para robar mucho más dinero del que posee. Y no se da cuenta que está cometiendo asesinatos de hambruna a personas que pueden llevar el país adelante. La sociedad  está destruida, ha desaparecido, como la paloma que hace instantes yacía bajo la lluvia en aquella vieja antena y que murió por el terrible rayo que cayó.




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